Apostemos por las paternidades responsables e igualitarias
Tabla de contenido
Desde hace ya varios años vivimos la reformulación de conceptos sobre lo que es ser hombre, lo que representa, las actitudes ante los demás y lo que nos toca para involucrarnos de manera saludable y responsable ante los cambios sociales, pero lo más importante, en la reformulación de las acciones que llevamos a cabo para lograrlo.
Los tipos de violencia que se ejercen desde el sistema tradicional de roles de género son muchos, pero uno que está en el ojo del huracán actualmente es lo que sucede con el rol hegemónico de la paternidad.
Estereotipos caducos
Para muchos de nosotros papá era un personaje antagónico que llegaba por la noche, cuando estábamos a punto de dormir; llevar el sustento a casa era su tarea y mamá se ocupaba de todo lo demás. De todo. Los fines de semana era cuando podíamos convivir, pero su carácter quizá era reacio y duro: un papá “fuerte”. Sí, eran otros tiempos.
Aunque nos falta mucho camino por recorrer y las circunstancias sociopolíticas y geográficas también determinan la visión y ejercicio de la paternidad, se está difundiendo cada vez más el término de paternidades responsables o igualitarias, que no es una fórmula nueva de cómo cuidar y educar a nuestras hijas e hijos, sino hacerlo realmente, presentes.
Hemos creído que llevar a nuestros hijos a la escuela o al médico no es nuestra tarea, ¿conoces los nombres de sus amigos? Los detalles en la vida de nuestros hijos e hijas también abren diálogos que nosotros quizá no tuvimos en la infancia y que nos hicieron falta para crear inteligencia emocional.
Pregúntales cómo se sienten, platica con ellos sobre sus gustos, sus miedos e inseguridades, no seamos sólo el padre del fin de semana divertido, tomemos responsabilidades sobre el cuidado: revisar cómo se sienten, conocer su desarrollo académico y emocional, y todo lo que implica estar presente en la vida de ellos.
No es el hilo negro
Al hablar de paternidades responsables o igualitarias nos referimos al hecho de que como padres tenemos otras funciones más allá de proveer, esto se da desde el inicio al planear o elegir tener hijos, involucrarnos en el proceso de embarazo y posparto, así como hacerlo en las labores del hogar, del cuidado y educación, actividades que tradicionalmente se han relegado a las madres.
Tan sólo pensemos que todos hemos escuchado o dicho cuando vemos alguna actitud “negativa” de un niño o niña: “su mamá no lo educó bien”, ¿dónde estaba su mamá cuando ocurrió?, etc. Tendemos a responsabilizar a las madres de la educación que reciben los hijos en casa.
Ante esta situación es importante el apoyo del Estado.
En el informe Estado de la paternidad: América Latina y el Caribe (2017) se menciona que alrededor del 80% de los hombres y niños se convertirán en padres en algún momento de sus vidas, y muchos de ellos se mostrarán dispuestos a participar activamente en el cuidado, pasando más tiempo con sus hijos e hijas e involucrándose en su educación emocional y escolar, lo que afectaría de manera positiva no sólo el ámbito familiar, sino social y personal. Pero lograr esto también requiere de legislaciones.
En México, por ejemplo, la licencia por maternidad consta de 84 días, mientras que el permiso por paternidad es solamente de 5 días, y éste surgió apenas en 2017. Una excepción a esto se encuentra en el Estado de México, donde se amplió la ley sólo para trabajadores del Estado (30 días) y para padres solteros (45 días).
En comparación, en países como Alemania tienen 9 semanas de permiso, Francia 28 y España 2 semanas.
Finlandia, durante el 2020, anunció que tanto padres como madres tendrían los mismos días de licencia, casi siete meses en total y pagados al 100%, y un mes más para mujeres embarazadas (implementándose este año).
Un problema estructural
Ante el hecho de que las mujeres sean quienes se queden en casa para realizar las labores del hogar y cuidado de los y las hijas, el campo laboral y oportunidades profesionales también se ven mermadas y en consecuencia la brecha de género en los trabajos sigue existiendo, ya que la participación de mujeres es de aproximadamente 53%, mientras que la de los hombres es cercana al 95%, siendo los varones quienes ganamos más, comparado a las actividades no remuneradas, donde la participación femenina es mucho mayor.
Las estructuras sociales, laborales y culturales hegemónicas nos han alejado de las actividades emocionales, de acompañamiento, cuidado y educación de nuestros hijos e hijas, orillándonos a cubrir sólo el papel de proveedores.
Es de gran importancia impulsar la corresponsabilidad de las tareas del hogar y del cuidado, de forma que nuestros hijos e hijas se beneficien en su desarrollo: los hijos varones tendrán modelos positivos y menos machistas como ejemplo, creciendo como hombres emocionalmente responsables y colaborativos en el hogar con una visión menos tradicional sobre los roles de género, y las niñas podrán desarrollarse en actividades que les interesen sin tener una sobrecarga de tareas que se les adjudica sólo por ser mujeres, con ideas de empoderamiento y rompedoras de estigmas y roles impuestos basados en el sexo.
Pero nuestros hijos no son los únicos beneficiados, nosotros también; vivimos más relajados, nuestros pensamientos no están solamente en el trabajo, también planeamos actividades divertidas y recreativas, ponemos más atención a nuestras actitudes e incluso nos cuidamos más.
Los beneficios de las paternidades responsables e igualitarias son muchos, hagámoslo por el futuro del mundo y por el presente de nuestras familias.