Soy hombre y sí, me realicé un procedimiento estético
La decisión de hacerme un procedimiento estético surgió porque no me sentía a gusto con lo que veía en el espejo y después de probar con otros métodos tomé la decisión de hacerme una cirugía. Me molestaba mucho ver esos defectos en el espejo.
A nivel emocional hubo muchas implicaciones negativas con mi imagen antes de la operación, pues a pesar de que todos me decían que me veía muy bien, yo no me sentía cómodo. No hacía clic con la imagen que tenía en mi mente con lo que veía en el espejo.
Mi autoestima ha cambiado mucho después de la cirugía estética. Fue radical.
Soy sincero, es un choque al principio: es un proceso de adaptación.
Pero llegar a este punto fue una Odisea: vi a cinco médicos antes de elegir al que sentía correcto. Lo primero fue abrir la computadora y buscar en diferentes páginas de internet, iba sacando algunos nombres e investigaba un poco.
Tenía la duda de si los doctores iban a comprender mis necesidades, porque en general son mujeres quienes quieren mejorar su aspecto. Pero cuando fui todos los médicos me decían que cada vez era más recurrente que los hombres se hicieran procedimientos estéticos, me tranquilizaban y me daban consejos. Ahora entiendo que la cirugía plástica y los procedimientos estéticos son para todo aquel que quiera verse y sentirse mejor consigo.
El primer doctor que vi me dijo que él podía dejarme como “un Ferrari” en una sola cirugía, que todo lo que yo quisiera él podía lograrlo, pero lo que no me gustó fue el tono pretensioso que utilizaba. Me fijé en cada detalle, al final era una gran apuesta.
En la segunda cita fui a ver a una doctora que, primero, mandó un mensaje de que llegaría dos horas tarde, y un rato después, que mejor reagendara… La descarté inmediatamente, pues pensé que si acaso yo tuviera una emergencia, probablemente no estaría disponible. No iba a arriesgarme.
Un tercer médico, ya teniendo referencias del promedio de presupuesto, me mostró una elevación de costos exagerada. Su clínica era muy básica, y al investigar más pude llegar a noticias que decían que tenía problemas con COFEPRIS y salubridad, por supuesto que ese foco rojo no lo ignoré.
El cuarto médico me atendió en un hospital renombrado, así que ya tenía más confianza y seguridad de tratarme con él, además de que el costo estaba dentro de los márgenes que había consultado antes. Era muy amable, se notaba que tenía experiencia y me dio mucha confianza.
El quinto médico al que consulté fue la recomendación de una amiga. Desde que llegué con él fui muy claro de todo lo que quería hacerme, y sus primeras palabras fueron: “no te voy a hacer algo exagerado porque, en primer lugar, es tu salud y tu imagen. Al final la imagen con la que salgas de aquí hablará de mi trabajo, y no puedo arriesgarme a que salgas mal y después tengamos que solucionar errores sólo por cubrir expectativas”.
Eso me generó mucha confianza; me explicó todo el procedimiento: cómo iba a ser, lo que iba a pasar, lo que iba a afectar, los pros y contras. Me dio dos presupuestos, dependiendo del hospital.
El médico hablaba bien, con empatía y respeto, se notaba que no solamente le importaba vender, sino dar seguridad y eso sumó mucho a mi decisión final. Los costos entraban en los presupuestos que manejó el primer doctor y el cuarto, pero decidí hacer la cirugía con él.
Los puntos que me llevaron a tomar la decisión final fueron:
1. Revisar que el doctor estuviera certificado; supe que los cirujanos plásticos se certifican cada determinado tiempo, y el último doctor tenía la más reciente, pero también muchas antes. Estas certificaciones eran del consejo de cirugía plástica.
2. Su personalidad y que fuera muy sincero también influyó que decidiera operarme con él.
Estar con un médico certificado es muy importante, porque hay una gran diferencia que aprendí: hay cirujanos estéticos y cirujanos plásticos, que no son lo mismo.
Yo ya tenía una idea de los precios, pues Google en general te muestra los promedios y tuvo mucho sentido al ir a las consultas, porque eran muy cercanos y parecidos. Pero la realidad es que no fue igual, pues el plan que cada médico me presentó fue diferente y claro que tenía que ser personalizado, pues cada paciente es diferente. Una amiga se operó con él, y su precio fue distinto, pero porque sus necesidades lo eran.
Cuando salí de la cirugía me arrepentí un poco por el dolor e incomodidad, pero con el paso del tiempo me di cuenta que para nada me arrepiento, sino que era momentáneo por el dolor. Ahora que vivo con los resultados estoy muy contento, no podría arrepentirme.
Ahora que lo reflexiono y lo pongo en palabras debo decir que viví un proceso de duelo que salió muy bien, pues después de esta cirugía quería comenzar de nuevo, hacer más cosas, luchar diferente y seguir adelante, pero todo paulatino.
Al realizarme el procedimiento estético dejé una parte de mí atrás.
Realizarte una cirugía también requiere de compromiso personal de cuidarte para que los resultados sean los óptimos y duren. Hay que hacer las cosas bien. No tiene caso gastar dinero si al final regresarás a hábitos que no te hacen bien y que terminarán mermando los resultados.
No importa si eres hombre o mujer, o la edad… lo más importante es que estés seguro.
Hay un cambio de actitud ante la vida y las personas; me atreví a vestirme diferente, jugar con mi look, ahora me atrevo a más cosas.
Hice las paces conmigo y con mi reflejo y no me arrepiento de nada.